¿Primera vez leyendo Runic? Lee el primer capítulo aquí.
Hay momentos en la vida que nos marcan para siempre. Momentos que te roban una sonrisa y otros cuando te invade un dolor intenso en el pecho, ese en el que tu mismo desearías que tu corazón fuese expulsado de tus entrañas. No importa cuál sea el remedio, es en esos instantes que sólo quieres que se alivie la sensación que se trepa hacia tu garganta y te roba las palabras de aliento, son como cadenas que surgen del piso y tratan de hundir tus extremidades hacia lo más profundo del planeta. Son aquellos momentos en donde encuentras refugio, mientras te escondes bajo las sombras de tu habitación a oscuras, con pensamientos que evocan los recuerdos más felices que has tenido: recuerdos de la infancia, la persona que más admiras, el calor de los brazos de una madre, el primer amor, aquella persona que dejaste ir pero que guardas secretamente en tus recuerdos. Poco a poco, ves como esos recuerdos brillantes son devorados lentamente por la oscuridad, entre gritos desgarradores de las personas que tratan inútilmente de escapar a una carnicería carmesí que componen dichos recuerdos. Con el tiempo los trozos de carne rancia esparcidos comienzan a oler a descomposición, una mezcla de olores fétidos que se combinan y el pensamiento entra en un éxtasis en el cual la mente se deja influenciar por los demonios alados que nacen de los restos flotantes de recuerdos olvidados. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué lo motivo? ¿No fui suficiente? Son algunas de las preguntas comunes en esta situación, pero un ser racional no piensa así, antepone sus necesidades y objetivos a sus deseos. Él ha vivido y disfrutado, nada le quita eso ¿qué es una raya más al tigre? ¿Estás dispuesto a dejar una vida de tiempos compartidos y promesas realizadas? No. Es simple, un ser que antepone la mente al corazón, sufrirá en silencio y guardará esos momentos para después, o sea nunca y dejará que mueran lentamente, mientras continúa el camino de la vida que le hace más sentido. Adaptarse a las condiciones y a diferentes situaciones también es un rasgo humano, con cada tic tac de un reloj, cambiamos aunque sea un poco para encontrar un nuevo Nirvana al mezclar dos pensamientos y volvemos a empezar.